En el Evangelio de hoy, Jesús se aparece a sus discípulos tras puertas cerradas. Esta vez, Thomas está presente. Llama a Tomás, que ha dudado de su anterior visita a los discípulos. Él proclama: “Señor mío y Dios mío”. Esta es una historia sobre la fe, a veces débil, otras veces, vibrante y fuerte. Nosotros también somos como Tomás. Nuestra fe puede ser fuerte a veces y más débil en otros momentos. En esos momentos, recemos las palabras del padre que pidió la curación de su hijo: “Señor, creo, ayuda mi incredulidad”. (Marcos 9:24)