Hoy escuchamos la historia de Zaqueo, un hombre pequeño de estatura pero grande en deseos.
Quiere ver a Jesús, así que se subió a un árbol sicómoro. No solo obtuvo su deseo de ver a
Jesús, sino que también obtiene más. Jesús decidió ir a su casa y cenar. El simbolismo es obvio.
Cuanto mayor sea nuestro deseo de ver a Jesús, más nos sorprenderá con oportunidades. Él
vendrá a nuestros corazones y nos enriquecerá de maneras que nunca hubiéramos imaginado.
No importa cuán pequeños podamos sentir que somos, siempre somos más grandes a los ojos
de Dios.